Wednesday, August 30, 2006

Chuches


Ha bastado una piruleta "de corazón". De las grandes. Se las estaba comiendo una chica frente a mi en la biblioteca y mirándole he retrocedido 14 años en el tiempo.

A una época en la que nos nutríamos de los más inimaginables manjares. Aquellos "maskys" rosas, los tates de "pela" y las palmeras de bollo con nata Rosbón marcaron años que echamos en falta. Las guindillas picantes, los tronquitos de pika-pika, las monedas y los jamones eran parte indispensable de nuestra dieta.

Unos años en los que criticábamos a aquellos que cambiaban los flases de 5 duros (sí, esos que te cortaban la comisura de los labios) de la tienda de al lado del cole por el paquete de tabaco. Unos años en los que unas monedas se convertían en caramelos "draculín" con los que enseñábamos nuestras coloreadas lenguas segundos después de haberlos ingerido.

Pero el tiempo no pasa en balde. Lo que antes era usual ahora nos crea problemas. Antes vivíamos sin llave en el bolsillo porque siempre había alguien en casa y ahora no sabemos vivir sin ella. Hoy en día nos negamos rotundamente a que nuestra madre nos dé consejos de cómo vestir cuando durante años fuimos su maniquí particular.

Por desgracia el "Kilométrico Boomer" se gastó. Parecía que era interminable pero un día llegó a su fin. Y a nosotrs se nos gastó la infancia. A ellas se les ensancharon las caderas y a nosotros nos enseñó nuestro padre a afeitarnos.

Para colmo hace unos meses que cerró Endériz. Se terminó la edad de las chuches. Y yo me acabo de dar cuenta.

5 Comments:

At 2:18 PM , Anonymous Anonymous said...

Puede que sea una simple pero enorme casualidad, pero el caso es que esta misma noche he soñado con mi infancia. Era un sueño en el que entraba al colegio, lleno de niños, y subia por las escaleras que bajan al salón azul. Estaba lleno de niños con batas de rayas azules y blancas (muchos puestas al cuello con un botón como si fueran capas). Y los niños me miraban y me llamaban "señor" y se escapaban corriendo y riendo como si hubiesen hecho algo malo (y por eso estaban contentos).
Luego en mi sueño yo era un niño que cantaba en un coro, tenía voz de niño, y lloraba como un niño porque alguien (alguien mayor) me pegaba un coscorrón. O me caía contra un árbol, no recuerdo bien, el caso es que me dolía y lloraba. Un cura muy flaco me llevaba a Hungría o a Austria a cantar en un coro, y me tenía que separar de mi familia y estaba muy triste. Me quedaba de pie ante una puerta de la cual salían un montón de niños gritando y corriendo, como cuando sales al patio o se terminan las clases (y tienes 6 años). Yo me quedaba de pie a ver si salía alguien que me recogiese y me llevase a casa, pero solo salía un tipo flaco que me cogía de la mano y me llevaba a Hungríá (joé, qué miedo).
¡Y Miguelín tiene casi 40 años! Ayer se lo oí a mi hermano Salva y me quedé de piedra. "¿tantos años? ¡imposible! Pero si...". Y entonces recordé: sí, yo fui a la travesía hace más de 7 años. Hace más de 7 años. Tantos años que no puedo sostenerlos en mis manos y mirarlos, se me caen, pesan demasiado. Todos los caminos que anduvimos están ahora más gastados. Muchas cosas han pasado desde entonces, seguramente. Algunas veces pienso que son pocas, y otras que son demasiadas. ¿Acaso he vuelto a todos los sitios donde hace 7 años prometí volver, maravillado? ¿Alguna vez temblaremos asustados por una tormenta en el monte? Puede que sí, pero ya no será nuestra primera tormenta.
Esta mañana desperté lleno de nostalgia y tristeza, soñé con mi infancia, soñé con el comedor del colegio y en los bolsillos llenos a reventar de pan (cogíamos como 10 trozos para comérnoslos luego). Soñé con piernas corriendo por los pasillos, con batas, con chillos, con gente que ya no volveré a ver nunca, aunque alguna vez vuelva a ver sus caras. Ya no serán la misma gente. Y tampoco seré yo el mismo.
Ya no hay chicles de melocotón (solo en tiendas especializadas, como no, pero los venden por internet, no en la esquina, tras escaparte de la portera -a la vuelta, claro, entras con sigilo para que no te pille-). Y sin embargo, quedan muchas cosas por hacer. Nos quedan muchos viajes y atardeceres, más montañas, más ríos, más lugares adonde nunca hemos ido, más helados (no lo digo yo, ¡lo dice Borges! Más helados y menos habas). Nos quedan muchos problemas reales, y, probablemente, también muchos imaginarios. Cuando uno es viejo contempla el resto de la vida como si fuese una niñez. Viajemos livianos, pues, que nos quedan muchos buenos momentos.

!Un saludo!

 
At 3:44 PM , Blogger Jau said...

Crack! A tus pies tras leer tu comentario.

 
At 7:35 PM , Anonymous Anonymous said...

no me gusta tu estilo "Jau", facilón, repetitivo, sentimental al más puro estilo siglo XIX...por favor, pensaba que tenías algo más pa comentar, estás cumpliendo todos los topicazos de la gente que tiene blogs y no tiene nada que contar...contar su infancia un poco adornada y ala...ya está hecha la literatura...

psssss

 
At 9:58 PM , Blogger Jau said...

Agradezco tu comentario. Por cierto, no he leído un solo libro del siglo XIX. Ya me dirás en qué me baso. Y tampoco leo otros blogs. Cuando lea uno de esos que son iguales al mío (o a los que yo copio) le denuncio y fuera.

Pisssss, es lo que me hago yo. Voy p'al water.

 
At 12:30 AM , Anonymous Anonymous said...

Amigos Jau y Gabriel:
Hoy es un gran día para mí.La pequeña Marina ha empezado el "cole de papá".
Muchos nervios, papás, niños llorando con mocos, mamás llorando con mocos,... lo de todos los años.
Pero este año no ha sido igual. Empezaba Marina, otra etapa en la vida.
Y miro atrás en el tiempo y me imagino que, como vosotros, me acuerdo perfectísimamente de la primera vez que entré en el colegio y de las sensaciones que me produjo y de mis miedos porque no sabía dónde estaba ni donde se había metido mi mamá. ni siquiera sabía si la iba a volver a ver más.
Supongo que Marina hoy estaría igual. Desde luego que estaba nerviosa. A las 7'30 se quería poner el uniforme y escribir con un "golíbrafo". pero luego la he visto bien.
El que se ha puesto nervioso he sido yo. más que nervioso me he emocionado de verlacon el uniforme que hemos visto toda la vida pero esta vez era el suyo.
En fín (vocablo lingüístico muy apto para la nostalgia)...

¡¡¡ VIVA LAS PIRULETAS DEL CORAZÓN!!!

 

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