Tuesday, April 03, 2007

Pies arrugados

El ser humano puede ser maravilloso. Es capaz de mantener conversaciones con individuos de su especie aunque estos se encuentren a miles de kilómetros de distancia sin alzar la voz, puede construir aparatos para imitar a los pájaros y así recorrer en pocas horas distancias que hace apenas 150 años conllevaban meses de navegación marina, puede informarse de lo que ocurre en cualquier punto del mundo haciendo "click" sin esperar a que un señor con una corneta avise que el correo ha llegado, ...

Pero a la vez es un ser vulnerable. Y una de las cosas que más resalta la vulnerabilidad del que está sentado frente a la pantalla (tú que lees y yo que escribo esto) es el agua. Ese agua que calma nuestra sed y sin la cual no podríamos sobrevivir se convierte en una de nuestras peores enemigas cuando comienza a molestar.

Algo tan "tonto" como la lluvia altera nuestro ritmo de vida. Hace que los centros de las ciudades se conviertan en caóticos ríos de coches estancados, hace que cojamos el autobús público para trayectos que realizamos andando y, entre otras muchas cosas, nos moja los pies.

Nunca se da importancia a tener los pies secos hasta que se tienen mojados. Confiamos en que el agua que cae no nos traspase el calzado hasta que una vez resguardados movemos los dedos hacia arriba y, ..., sí, nos hemos mojado. Pensamos que en ese rato que estamos echando un café o estudiando se nos sacarán pero, ..., no. Al mover los dedos antes de salir notamos de nuevo la humedad.

Ya en nuestra casa al descalzarnos notamos los calcetines "pegados" a los pies. Ya sabemos lo que viene a continuación. Al quitarnos los calcetines descubrimos unos pies blanquecinos y arrugados y una palabra sale de nuestras gargantas. "Joder"

No hay que pensar demasiado. Esto me ocurrió ayer. La próxima vez cuando "el hombre del tiempo" advierta de intensas precipitaciones no desecharé las botas por ínfimo que sea el trayecto a recorrer.

Y es que a mi sólo me gusta(ba) arrugarme en la bañera.


Jau, el martes, 3 de abril de 2007, a las 17:08 horas.
Escuchando la "Coral de la Cantata 147" de Johann Sebastian Bach.

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