Tuesday, October 28, 2008

A las 3 fueron las 2 y para mi eran las 1000

Noche del cambio horario que es la típica que unos aprovechan para dormir una hora más y otros para salir una hora más. Yo soy de estos últimos.

Me encontraba en el Burgalés y tras algún roce con un mostrenco con ganas de jaleo alguien dijo que eran las 3 y que había que cambiar la hora del reloj. Entonces, viendo que aún quedaba un ratazo de noche por delante (normalmente un momento alegre) las botellas de patxaran que sacó Ander después de la comida, las cervezas de antes, el cubata mientras veíamos el fútbol en el Txoko y esa última Heineken cayeron de golpe al estómago.

Nos hacemos mayores. La única solución era coger la N5 hacia Burlada. Me resistí un rato como esos futbolistas de 36 años que vuelven al equipo de sus comienzos pero la suerte estaba echada.

Y lo peor estaba por llegar. Al día siguiente.


Jau, el martes, 28 de octubre de 2008, a lasm 14:44 horas.
Escuchando "Agárrate a mí, María" de Enrique Urquijo.

Tuesday, October 21, 2008

U.S. Mail

Curioso lo del correo ordinario. Te acerca a gente que está a miles de kilómetros de distancia de una manera "diferente". Sí, el correo electrónico también lo hace, los blogs lo hacen. Pero ese papel ha estado en otra latitud, en otra longitud. Quizá antes estuvo en un cuaderno de un niño o es la parte de atrás de una nota escrita en otro idioma. Después ha caído en una caja oscura que un señor abre todos los días a la misma hora. De ahí a un edificio en el que las manos de otras personas lo clasificará en función de su destino.

Papeles que minutos antes estaban juntos en esa caja oscura puede que en un momento sean separados unos metros en cajas en las que pone "Asia" o "Europa" y dentro de 3 días estarán a miles de kilómetros de distancia el uno del otro.

Esos papeles llevarán ideas, críticas, mensajes, ... De la misma manera que lo hacen los e-mails pero con ese barniz de esfuerzo que representa la caligrafía de otro, la firma al final o las líneas torcidas.

Hoy al abrir el buzón había una carta que había viajado miles de kilómetros desde Miami, en los Estados Unidos de Norteamérica. Y es que recibir una carta currada a mano mola muchísimo más que un e-mail. Por eso las cartas de amor son manuscritas y se perfuman y por eso las disculpas se piden a la cara ya que no caben en un mensaje cibernético aunque nos den infinitos megabytes de espacio y la pantalla tenga millones de píxeles.

Gracias, Gabriel Arellano Torres.