Wednesday, August 26, 2009

Por fin lluvia, ¡Super Good Day!

El protagonista de "El curioso incidente del perro a medianoche", libro escrito por Mark Haddon, se hace preguntas extrañas.

En una de sus reflexiones, el niño, autista para más señas, se pregunta por qué la gente piensa que va a tener un gran día si ve un sol radiante en el horizonte. No encuentra una relación lógica entre la aparición de nubes y un mal día por lo que concluye que es algo subjetivo e inventado. Así que siguiendo este razonamiento decide que tendrá un buen día si ve varios coches de un determinado color.

Yo ayer razoné como él. Me gusta el buen tiempo pero en dosis adecuadas y no aguanto las olas de calor y las noches encima de la cama sin poder dormir a las que este mes nos ha tenido acostumbrados. Así que cuando me bajé del autobús para ir a trabajar y empezó a lloviznar decidí que sería un buen día al contrario del pensamiento general de la gente cercana que asociaba las gotas a charcos, frío y pelo rizado. La gente corría bajo los aleros de la Calle Aralar y yo me mojaba adrede porque ni tenía frío ni se me riza el pelo. En cuestión de minutos el olor a ozono lo impregnó a todo, el suelo ya no emanaba calor y yo estaba un poco más contento.

La tormenta devolvió a Pamplona a su estereotipo. Ciudad de cielo nublado, temperatura fresca, suelos verdes y lloviznas intermitentes.

Y a mi me llevó al comienzo de, como lo bautiza Christopher en el libro, un Super Good Day.


Jau, a las 23:30 del miércoles, 26 de agosto de 2009.
Escuchando "Quién" de Efecto Mariposa.

Tuesday, August 11, 2009

Sólo sé que no sabía nada

Espero que Sócrates me perdone que lo parafrasee pero es que es cierto. No sabía nada de Bolivia en octubre de 2008.

Estaba seguro de que tenía playa y la capital para mi no era Sucre sino La Paz porque así nos lo habían enseñado toda la vida y no iban a venir ahora a cambiarlo. El concurso consiguió dar la capitalidad a la ciudad chuquisaqueña, convencerme de que el mar se perdió en una guerra con Chile y poner hidrocarburos bajo su suelo.

Y de noviembre de junio leí todo lo boliviano que cayó en mis manos. Ramón Rocha, Alcides Arguedas, la hoja de coca, la historia militar, las costumbres quechuas, ...

Ahora sí; lo sabía todo. Sólo tenía que cruzar el océano y verlo con mis propios ojos.

Pero el golpe llegó al aterrizar y no sólo en forma de mal de altura. Los transportes, la organización, los grupos étnicos, ..., todo era diferente a lo que había leído y si no era diferente al menos no solucionaba la ecuación que tenía en mi cabeza. Los personajes de las novelas tomaron cara y me hablaron. Me preguntaron qué vendía España para ser tan rica, me trataron como a uno de los suyos y me mostraron maravillas que sólo conocía por las fotos de Wikipedia; todo regado con chicha, Paceñas o lo que tuvieran a mano.

Pero como el aprendizaje no acaba cuando regresa el avión aquí me di cuenta de que nosotros somos lo que somos en parte por culpa de esos lugares remotos y desérticos por los que nos llevó Eulalio en su ranchera y ante todo por esas gentes. Porque nuestros coches se mueven con el petróleo de allí, porque nuestras entidades bancarias "gestionan" su dinero, porque nuestra imaginería religiosa fue hecha con su plata o porque hasta que de América trajimos el tomate, la patata y el maíz aquí nos alimentábamos con ajos y cebollas.

Bolivia ya no es un sitio indiferente. ya no se cambia de canal en mi casa cuando aparece en las noticias y su nebulosa de etnias ahora se llama Don Lucio, Karina, Don Luciano, Rafo, María Elena o Rodrigo.

Y se puede decir que Argentina no es la única que ha salido goleada de La Paz. A mi el equipo boliviano compuesto por la gente que me crucé me marcó más de 6. Y mis esquemas hicieron como Messi y Agüero en el Estadio Hernando Siles. Pedir cambio.


Jau, a las 16:57 horas del martes, 11 de agosto de 2009.