Chuches
Ha bastado una piruleta "de corazón". De las grandes. Se las estaba comiendo una chica frente a mi en la biblioteca y mirándole he retrocedido 14 años en el tiempo.
A una época en la que nos nutríamos de los más inimaginables manjares. Aquellos "maskys" rosas, los tates de "pela" y las palmeras de bollo con nata Rosbón marcaron años que echamos en falta. Las guindillas picantes, los tronquitos de pika-pika, las monedas y los jamones eran parte indispensable de nuestra dieta.
Unos años en los que criticábamos a aquellos que cambiaban los flases de 5 duros (sí, esos que te cortaban la comisura de los labios) de la tienda de al lado del cole por el paquete de tabaco. Unos años en los que unas monedas se convertían en caramelos "draculín" con los que enseñábamos nuestras coloreadas lenguas segundos después de haberlos ingerido.
Pero el tiempo no pasa en balde. Lo que antes era usual ahora nos crea problemas. Antes vivíamos sin llave en el bolsillo porque siempre había alguien en casa y ahora no sabemos vivir sin ella. Hoy en día nos negamos rotundamente a que nuestra madre nos dé consejos de cómo vestir cuando durante años fuimos su maniquí particular.
Por desgracia el "Kilométrico Boomer" se gastó. Parecía que era interminable pero un día llegó a su fin. Y a nosotrs se nos gastó la infancia. A ellas se les ensancharon las caderas y a nosotros nos enseñó nuestro padre a afeitarnos.
Para colmo hace unos meses que cerró Endériz. Se terminó la edad de las chuches. Y yo me acabo de dar cuenta.